Es increíble saber que tres años te conocí y en esos tres nunca esperé nada. Pero que puta es la esperanza que mientras menos uno tiene y mientras más palabras hablan, aparece y te carcome.
Llegaste tarde y me pediste disculpas y no sabías que no estaba enojada con vos, sino conmigo misma que, presa de la estupidés esperaba algo que sabía no pasaría.
Te pedí soledad, con un dejo de quédate. Y te fuiste. Y me quede sola.
En la estación más cercana me pedí un café mientras intentaba ignorar al que me estaba atendiendo.
Tras el cristal y el vaivén de autos cayeron mis lagrimas. Algunos se sorprendían y supongo que como yo pensaban que eso ya lo habían visto en las películas.
Te esperé y no apareciste. Y la soledad se burló de mi.